La pareja es básicamente una cuestión de elección, y en otro artículo hablaré de ello respecto a quien y porque elegimos, pero aquí quiero hablar de otro aspecto de la elección. De la elección de lo que sentimos.

Tendemos a poner la responsabilidad de lo que sentimos hacia la pareja ( o incluso la familia, amigos, etc), en lo que son o hacen. Si la experiencia es buena, eso nos parece de maravilla, y si la experiencia es mala, entonces la culpa de lo que sentimos es del otro, y ahí nos quedamos.

 Dejando aparte componentes energéticos en que uno activa al otro en diferentes aspectos, y que también es un tema que desarrollaré en la parte de Energía en su momento, lo que sentimos en realidad es responsabilidad nuestra.

En realidad todo ese "amor" o ese "rencor" que sentimos, surge de dentro nuestro, no depende PARA NADA de lo que sea, haga o diga el otro. Esa energía que fluye dentro nuestro y que decimos que nos produce el otro en realidad es NUESTRA y procede de la FUENTE y la adaptamos a lo que queremos sentir.

El otro nos influye, es cierto, pero casi siempre es a través de como valoramos o percibimos nosotros lo que hace el otro.

También es cierto que el otro puede mandarnos una energía que nos puede afectar, pero solo si estamos dispuestos a recibir esa energía. Además cuando el otro no está en ese momento y éste está concentrado en otra cosa y por tanto en ese momento nosotros no existimos para el/ella, ¿también es culpa suya lo que sentimos?

 El pretendido "amor" que sentimos surge de "nosotros para nosotros". Normalmente no nos damos permiso para ello, pero cuando alguien cumple con las condiciones que hemos puesto para darnos "permiso para amar", aflojamos las barreras, y nos permitimos "amar al otro". En realidad, en ese caso, nos estamos permitiendo AMAR, pero por nuestros bloqueos necesitamos la escusa del otro para permitirnos dejar fluir plenamente el amor. Entonces decimos que "estamos enamorados". (Ver artículo: AMAR es un estado, ademas de voluntad y acción)

A veces ni eso, a veces es simple deseo, pero también lo llamamos "amor" y también surge de nosotros, en este caso en función de nuestras fantasías sexuales internas.

 El otro en realidad importa poco. Como vivimos la relación es fruto de nuestras propias películas internas. Que el otro "sea guapo" o "feo", depende de como lo veamos. Si sabemos "amar" o "gustar del otro", haga lo que haga el otro o sea lo que sea el otro, amaremos y gustaremos del otro (un ejemplo de esto son las madres con hijos “feos” para todo el mundo, que ellas lo ven “guapos” igual).

O cuando las cosas ya van mal, haga lo que haga el otro, "odiaremos" o "disgustaremos" del otro. Porque ya no estamos “dispuestos a amar”. Y esa energía que nos llega igual de la FUENTE, o la sacamos como amor, o como rencor, resentimiento, miedo, etc. Cualquier cosa que el otro hace o no hace, que el otro ni siquiera se ha dado cuenta, nos sirve para justificar ese sentimiento.

 Si miramos la mayoría de gente que no es capaz de mantener una pareja de forma estable, veremos que típicamente se están quejando de que su ex pareja tal y cual. No asumen la propia responsabilidad de sus propios sentimientos, creen que dependen del otro, los delegan en el otro, y por tanto es culpa del otro. Y por veces que cambien de pareja acaban en la misma situación.

 Solo cuando uno asume la responsabilidad de sus sentimientos, poniendo “Consciencia” en ellos y descubre que AMAR es una acción, y que por lo tanto depende de la VOLUNTAD de hacerlo, dejara de depender del otro para “sentir” y justificarse lo que siente.

Si se escoge AMAR a esa persona únicamente, y no al resto de la humanidad tampoco funciona.

 Solo se puede escoger “AMAR” o “NO AMAR”.

Si escogemos no amar, no hace falta seguir hablando.

Si escogemos AMAR, entonces descubrimos que el AMOR no es personal ni ha una persona o pocas.

O AMAMOS o NO AMAMOS.

 En un momento dado podemos escoger a una persona para compartir la vida y/o experiencias y/o sexo y energía, o lo que nos motive de esa pareja, o amistad, o compañero de trabajo o lo que sea. Y a parte de sentir “deseo sexual” o “disfrutar con las conversaciones”, etc. la incluimos o no en ese “AMAR” impersonal. Pero eso depende de nosotros, no de la otra persona.

 No hace falta decir que manifestar ese AMOR en mayúsculas nos será más fácil con unas personas más afines que con otras menos afines. Pero eso depende de nuestro bagaje personal. De la capacidad profunda de AMAR, no de "querer", que seria lo que une a la mayoría de parejas.

 No es lo mismo AMAR a mi pareja que QUERER a mi pareja. Lo primero es activo, de "dar" al otro. Lo segundo es posesivo de "chupar" del otro.

 Todos hemos visto relaciones que internamente decimos “no se que le encuentra”, pero la persona está encandilada con el otro. Si eso solo le ocurre con una sola persona, y esa persona no AMA a nadie más, normalmente será una relación inmadura o incluso neurótica.

Si esa persona AMA, y ademas tiene esa relación con amor, es más probable que sea madura, y realmente poco importa quien, que o como sea el otro.

 Eso no quiere decir que nos aparejemos con el primero/a que pase por la calle. Ya hablaré en otra parte de ello.

 La pareja seria alguien que por afinidades y intereses compartidos, armonía energética, etc, escogemos dentro de la gente que somos capaces de relacionarnos en AMOR. Además suele haber un pacto previo antes de la encarnación, pero de ello también hablaremos en otra parte. Entonces SABEMOS que esa (al menos en esa fase de nuestra vida) ES nuestra pareja. Pero como vivamos esa relación dependerá de lo comentado anteriormente.

En resumen, la clave está en ser capaces de AMAR de forma universal, y vincularnos con las personas que elijamos, asumiendo que lo que sentimos lo generamos nosotros. Es decir, poner consciencia en lo que sentimos y porqué, dejando al otro libre de responsabilidad sobre lo que sentimos nosotros.

 

Para ampliar temario:

Construir la pareja 1/3

Pareja, contacto y decisiones

Karma y creaciones mentales

AMAR es un estado, ademas de voluntad y acción

Autor artículo:  Josep Vergés, con la colaboración de Marisa Ferrer. Fecha: 22/01/2010

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