Tendemos a pensar que muchas cosas que nos pasan a lo largo de la vida son consecuencia del karma. Y en occidente tenemos un concepto muy judeocristiano del karma, “hiciste algo y ahora estás pagando por ello”.
Pero normalmente se olvida que la mayor parte de lo que llamamos karma no es otra cosa que la manifestación de energía, energía que además procede de nosotros y llevamos con nosotros a lo largo de distintas vidas. Y energía que en realidad gestionamos nosotros mismos, no hay un “Dios” allí fuera pasando factura.
Vamos a tratar de explicar cómo funciona el mecanismo.
Empezaré explicándolo a nivel físico pues es más fácil de entender, y en una misma vida.
A veces sin causa aparente nos empieza a doler alguna parte del cuerpo, por ejemplo la espalda. Normalmente, corresponde a somatizaciones de tensiones emocionales, que se manifiestan en algún músculo u órgano específico. Al estar siempre en tensión acaba doliendo. Puede además que el músculo contrario, al verse forzado a compensar, también acabe doliendo.
Hemos hablado de la parte puramente fisiológica. Pero siempre paralelo a ello hay un proceso energético. Siempre que hay dolor hay energía estancada, pues el dolor nos llega precisamente a través de esa energía, canalizada a través del sistema nervioso, no de la sangre. Y esa energía bloqueada precisamente tensa el músculo.
Siempre que hay dolor hay acumulación de energía. El dolor puede venir por la acumulación de energía estancada por un bloqueo cercano, o al revés, por un daño se concentra la energía.
Nuestro cuerpo tiene la capacidad de “encapsular” esas energías estancadas como protección. Igual que si tenemos algún objeto incrustado (metralla, por ejemplo) se forma alrededor una especie de “bolsa” que lo envuelve, evitando daños.
Con la energía podemos hacer lo mismo. No siempre nos es posible hacerlo, pero muchas veces si por algún motivo no podemos procesar esa energía en ese momento, cogemos esa energía y la metemos dentro de una especie de bolsa, como las cápsulas que dentro llevan un medicamento. Entonces esa energía queda allí recogida, y se reduce o desaparece la sensación de dolor. El dolor está “encapsulado” y por eso no lo notamos en ese momento, pero la energía sigue allí.
Esa cápsula genera algo visible de forma física, a veces, ya sea en forma de bulto, de quiste de grasa, de verruga, etc, otras no. Por eso a lo largo de la vida, que vamos acumulando estas cosas, cada vez tenemos más bultos, verrugas, dolor, etc..
Un buen masajista (físico o energético), detectará estas cápsulas y aunque no sepa que es, con el masaje disolverá la cápsula y con su ayuda probablemente permita que procesemos la energía allí retenida. Por eso cuando nos hacen un masaje en puntos de esos que duelen se suele acelerar la respiración e incluso se vuelve a sentir el dolor encapsulado, hasta que lo procesamos, expulsamos y quedamos limpios. La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. También se puede liberar con ciertos trabajos energéticos internos u otras técnicas energéticas.
Pero también esas cápsulas, a veces por un golpe, picada de insecto, volver a tener un tema emocional parecido, etc, se rasga y vuelve a activarse al quedar libre la energía colapsada y vuelve a doler.
Y así, a lo largo de la vida cada vez tenemos más puntos que habitualmente, de forma reiterada, duelen. A esto también se le conoce como memoria celular.
En casos extremos, esa acumulación es lo que genera un cáncer. Esa energía llega a dañar a las células de la zona, alterando su funcionamiento y es un círculo vicioso en que se acumula más energía y daña más, etc. Por hoy no me extiendo más en esta parte del cáncer, pues quiero hablar de otro tema.
Supongamos una vida donde nos hicimos una herida grave en un pie, y a consecuencia de ello se nos gangrenó la pierna y antes de que eso nos causara la muerte tuvimos un gran dolor asociado a la pierna durante unos días. En esa pierna tenemos acumulada una gran cantidad de energía de dolor, que en la medida de lo que nos es posible vamos encapsulando, para protegernos del dolor que produce.
Al morir, las células de esa pierna mueren también, por tanto, la parte física ya no existe. Pero la energía que hemos encapsulado, sigue con nosotros en la parte reencarnante (átomo permanente según nomenclatura de Alice Bailey), pues esa energía no ha desaparecido.
Eso puede que no se manifieste en algunas vidas, en otras se manifieste como un dolor vago y un poco inespecífico de la zona que no sabremos a qué atribuir, y a lo mejor no pasa de ahí.
Y en otras, a veces un golpe justo en la zona, una picada de insecto, llegar a la misma edad donde anteriormente tuvimos el trauma, o una experiencia emocional parecida, rasga la cápsula o nos conecta con ella, y aparece un fuerte dolor inexplicable, e incluso aparecen síntomas físicos como problemas de circulación, inflamaciones, u otras manifestaciones o incluso síntomas parecidos a la gangrena en la pierna.
La medicina oficial le pondrá el nombre que sea, y nos darán un tratamiento para esa “enfermedad”. Eso a veces, si no tenemos el sistema general muy sobrecargado, nos permite precisamente relacionarnos con ese dolor acumulado, y poco a poco ir curándolo. De hecho, se curaría igual (o más rápido) sin ningún tratamiento químico, si con un trabajo energético podemos liberar esa energía encapsulada, ya sea solos o con la ayuda de alguien que entienda estos procesos.
Pero si tenemos el sistema muy sobrecargado, y ya tiene bastante trabajo con lo cotidiano, no va a poder asumir esa carga adicional de la energía que se está liberando, y la pierna no se va a curar, o solo mejorará un poco.
Normalmente, los dolores que nos llegan a causar la muerte, o están relacionados con el momento de la muerte, suelen ser los que más afectan en otras vidas, pues precisamente al morir, toda la energía queda encapsulada sin procesar. Y como muchas vidas hemos tenido la manía de morir torturados o asesinados (ya sea por otros como la inquisición, enemigos, etc, o por nosotros mismos en temas emocionales), pues imaginaos el poso que llevamos. Al final del artículo cuento unos cuantos ejemplos de esto y sus consecuencias en otra vida.
Si hemos sobrevivido a ese dolor, es probable que aunque sea parcialmente, eso ya lo hayamos limpiado un poco, por lo que es posible que nos afecte menos o nada en otras vidas.
Normalmente, las vidas o momentos “felices” no suelen aparecer precisamente porque lo “positivo” no nos traumatiza y, por tanto, no nos limita ahora, al contrario, nos potencia, lo llevamos integrado como un “buen karma” y no nos crea problemas.
Vamos a extendernos un poco más en el proceso intervidas, para que quede más claro.
Después de las miles de vidas que hemos vivido, y por tanto las miles de experiencias traumáticas de todo tipo que hemos vivido y que vamos arrastrando a otras vidas, no es de extrañar que tengamos tantos puntos que duelen en cualquier parte de nuestro cuerpo. Algunos se manifiestan en unas vidas y otros en otras, otros en casi todas, otras en casi ninguna, etc. Todo depende de que algún “disparador” lo active, si no, eso puede quedar latente en esa vida sin manifestarse. Las razones para su activación o no pueden ser múltiples y no voy a entrar en ello tampoco hoy. Pero eso nos da la idea de la multiplicidad de efectos a largo plazo. Y hasta ahora solo he hablado estrictamente de la parte física.
En la parte emocional, ocurre lo mismo. Si tenemos una emoción negativa sostenida durante mucho tiempo, como el miedo o ira, durante una vida, o en el momento de la muerte hay por ejemplo un miedo muy fuerte, eso queda encapsulado también, pero ya no se registra tanto en el cuerpo físico, si no en el cuerpo emocional. Aunque una emoción negativa sostenida, también puede tener repercusiones físicas por somatización y afectar también por ese lado.
Eso se manifiesta en otras vidas, por ejemplo, como miedos sordos y profundos inexplicables, sin causa aparente. Por ejemplo, alguien que murió ahogado puede tener pánico al agua, o dificultades para dormirse, o problemas respiratorios en otra vida.
O imaginad el típico pequeño propietario agrícola de un pueblecito que tenía una bronca permanente con su vecino por los lindes del terreno, cosa muy típica antiguamente. En otra vida, como se encuentre a esa alma, sentirá una repulsión o rencor fortísimo que no podrá explicar.
Pero la parte más potente relacionada con el “karma” es la parte de los “encapsulados” mentales.
Las creencias que tenemos en una vida, del tipo que sean, crean nuestra realidad mental en esa vida. Y como la mente se proyecta fuera creando la realidad, lo que vivimos a nuestro alrededor lo creamos con la mente. Por tanto, afectan totalmente a nuestras vidas. Pero esos pensamientos, además, cristalizan en formas energéticas encapsuladas que nos llevaremos a otras vidas.
Por ejemplo, alguien que ha sido una vida esclavista, que cree que su raza está por encima de las otras y por eso se da permiso para tratar con esclavos. Otra vida en un ambiente donde no hay esclavos llamados como tal, como hoy en día, tenderá a ser un empresario explotador de sus trabajadores inmigrantes, por ejemplo. O alguien que militó en un partido fascista, otra vida evidentemente no militará en el mismo partido, pero estando a lo mejor en un partido democrático tendrá fuertes ticks autoritarios, a veces incluso contra su voluntad.
Y un ejemplo aún más común es el de la interiorización de la pobreza y la poca valoración de uno mismo. Aunque en alguna vida podamos haber sido un rey o ricos, por pura estadística hemos sido pobres, miserables, siervos de otro señor y cosas por el estilo muchísimas vidas. Por tanto, lo que tenemos encapsulado en nuestra mente es que no nos merecemos ser ricos, que no somos dignos, que el dinero es malo, etc. Y luego nos hartamos de ir a cursos de prosperidad que no funcionan. No es que no funcionen, es que tenemos miles de “cápsulas” de pobreza. Y aunque en ese curso nos quitamos algunas, ¿cuántas nos quedan?
Además, esas formas emocionales o mentales, también se “encapsulan” de la misma manera y por los mismos motivos en los pueblos (entendidos como poblaciones) y ciudades, y también en los pueblos (entendidos como culturas o naciones). Creando también unos comportamientos colectivos que se repiten y que tiñen ese colectivo. Por lo tanto, son energías que estos colectivos arrastran y conforman el “karma” de esos pueblos. Afectando de rebote, por tanto, al “karma” individual de sus habitantes.
Como el ser humano en realidad es un conglomerado de personajes y actitudes internas, a veces muy contradictorias entre sí, a veces se manifiestan unas partes y a veces otras. Muchas de ellas se forman en función de la educación en esta misma vida, pero muchísimas otras son pulsiones procedentes de otras. Ver artículo la Formación de la Consciencia Individual y Formación de la Consciencia Colectiva.
Como hemos podido ver, ese famoso “karma” no es más que energía que hemos acumulado nosotros mismos en distintos cuerpos y vidas de forma individual y colectiva. Y esa energía perdura en el tiempo y se manifiesta a lo largo de distintas vidas hasta que no la transmutamos, lo que popularmente se llama “limpiar karma”.
¿Y todo eso que tiene que ver con la Continuidad de Consciencia?
Muy sencillo. La Continuidad de Consciencia no es más que tener acceso a la memoria de otras vidas, igual que tenemos a la de esta.
Pero cuál es el problema. Si accedemos a una vida donde hay dolor (son casi todas), mientras no sanemos ese dolor, revivimos ese dolor.
Por tanto, mientras no hayamos transmutado TODAS las cápsulas de dolor, de sufrimiento físico o emocional, tendencias mentales negativas, problemáticas o que nos limitan de una vida en concreto, abrir el acceso a esa vida implica cargar y sufrir eso de entonces en esta.
Si muchas veces ya es difícil afrontar lo de la vida actual, imaginad afrontar lo de muchas. Imaginaos de golpe revivir el dolor de infinidad de vidas a la vez, no lo podríamos soportar.
Precisamente por eso, tenemos el velo que nos impide conectar con otras vidas.
Sin él colapsaríamos y repetiríamos historia.
Solo después de aprender a “procesar” de una forma que no nos destruya, las “cápsulas” de esta vida y al mismo tiempo seguir con la vida cotidiana, podemos poco a poco empezar a conectar con otras vidas y poco a poco ir sanando esas vidas también. Para la Consciencia el tiempo no existe, por tanto si sanamos otra vida ahora, para nosotros ahora esa vida está sanada, y al conectar con ella ya no hay problema.
Hay muchas maneras de realizar ese proceso y dependiendo del tipo de “cápsula”, de lo que hay dentro, de la situación entonces y ahora, etc., y puede ser mejor de una manera u otra. En general ayudan la mayoría de métodos de crecimiento personal, trabajos energéticos, constelaciones, algunas meditaciones, oponopono, etc. Funcionan incluso, aunque a veces no se contemple la posibilidad de otras vidas, aunque abrir esa posibilidad lo facilita.
No siempre es necesario recordar la “película” entera de esa cápsula, aunque es muy común tener algún pequeño flash. Lo importante es “procesar” la energía allí colapsada sin importar que pasó. Si además la película se presenta clara, pues está bien.
También es clave un nivel muy elevado de estabilidad emocional (no confundir con represión de las emociones), para que las emociones que aparecen no nos invadan y tomen el control, sino todo lo contrario, saber estabilizarlas y transmutarlas, pero respetándolas.
A medida que nos vamos acercando a la Continuidad de Consciencia, no hay más remedio que sanar TODO ese pasado. Por eso la gente espiritual de verdad, que está ya en ese camino de la continuidad, consciente o inconscientemente, a veces tiene un “karma” que más bien podríamos llamar “gafe”. Simplemente, porque le está “cayendo” encima todo su pasado, y eso pesa como una losa.
Luego, como más limpia está la persona, va levantando cabeza y tiene flashes de otras vidas más a menudo. Y poco a poco el proceso se va realizando de forma más consciente.
Todo este proceso no es que un día de repente nos levantemos con Continuidad de Consciencia, aunque si podemos ir teniendo pequeños flashes.. Es un proceso que se hace en muchos planos, dimensiones y estados de consciencia a la vez. Hay avances y retrocesos, parece que lo conseguimos y volvemos a caer en el olvido. Pero poco a poco, probablemente en varias vidas, se va estabilizando esa Continuidad, se va corriendo el velo.
Y llega un momento, en que es posible acceder a ese pasado sin barreras. Aunque entonces, en la mayoría de los casos tampoco tiene importancia ese acceso en sí, pues no es un objetivo en sí mismo. Solo es una experiencia anterior que se puede aprovechar en situaciones actuales cuando es necesario y sobre todo hemos sanado.
Aparte de los ejemplos mencionados anteriormente pondré otros.
Ejemplo 1:
Una persona murió en otra vida después de muchas torturas, entre otras cosas aplastándoles los pies con una prensa. En esta vida, después de una regresión espontánea, recuperó el dolor sufrido al aplastarle los pies y revivió también el proceso de esa muerte, recuperando incluso las fases iniciales después de la muerte en sí, cosa que también fue una experiencia interesante. De entrada, aparte de eso, aparentemente no había pasado nada.
Pero al día siguiente esta persona se encuentra con que los zapatos le duelen porque le presionan los dedos por delante y se los tiene que comprar TODOS nuevos.
Después de darle muchas vueltas y recordar que andaba con los dedos encogidos (martillo), la conclusión fue que al liberar ese dolor, los dedos se liberaron y se estiraron y entonces no cabían bien en los zapatos. También recordó que de pequeño tendía a apretarse la parte delantera de los pies con lo que podía.
Es una respuesta física evidente ante la liberación de una cápsula.
Ejemplo 2:
Siguiendo con los pies, una persona tenía siempre mucha inquietud en la planta de los pies. Eso la obligaba a pedir constantemente que le hicieran masaje, a tocárselos ella misma, etc. Era casi obsesivo.
Haciendo un trabajo interno conecto en que una vida fue torturado quemándole los pies. Desde entonces ya no tiene esa necesidad constante. Liberó esa cápsula.
Ejemplo 3:
Una persona tenía muy a menudo un dolor punzante y sordo en el lado izquierdo del vientre. Literalmente como si le hubieran clavado un cuchillo. Los médicos no encontraban nada, pero el dolor de tanto en tanto volvía.
En un flash de regresión conectó una vida en que recibió un lanzazo y que tardo varias horas en morir con mucho dolor. A partir de entonces el dolor desapareció.
Como último ejemplo, en este caso con una comparación, es lo que la humanidad está haciendo con las basuras. Lo que no se recicla va a un vertedero donde se apilan inmensas cantidades de basura de todo tipo.
Eso seguirá allí siglos (karma que acumulamos), y algún día es posible que sea necesario limpiarlo, pues no va a desaparecer solo (karma que limpiamos).
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Autor: Josep Vergés Fecha: 7/12/13