Podemos clasificar a los «amadores» en dos grandes tipos totalmente opuestos.
Los «pasivos» y los «activos». Voy a tratar de describir el funcionamiento de cada uno para entender qué hacen, como funciona, y los efectos en las relaciones de esa forma de «amar».
Los «amadores pasivos»:
Dependen totalmente de lo que «sienten» de manera «espontánea», ellos no tienen ningún control de lo que sienten. Por tanto, una vez pasada la primera fase hormonal del enamoramiento, son totalmente dependientes y «parásitos» del otro para sentir lo que sea.
Para ellos todo depende de lo que «el otro» haga, y se comporte como él o ella necesita. Si no lo hace, no se siente bien y la culpa es del otro que «no lo ama suficiente» para hacer lo que «él o ella necesitan».
El otro es «el objeto querido», y depende de lo que «el objeto» haga, ellos se sienten.
A medida que pasa el tiempo, es necesario «más ruido emocional» para «oír algo con el otro». Una vez pasado el enamoramiento, es mejor «drama» que «no sentir». Si se produce un gran «show» emocional con el otro, entonces están «sintiendo cosas por el otro». Y «eso es amor». Desde esa perspectiva, claro.
Esto lleva de frustración en frustración, hasta que como el otro «ya no me quiere» y/o «no siento lo suficiente», la relación ya «no funciona» y «me quedo solo». Y entonces típicamente la persona entra en el «pobre de mi»: «mira que me ha hecho», «como se atreve», «no me hace caso», etc. O en el «ya no siento nada», ya no estoy enamorado-a.
Así es como funciona la mayor parte de la sociedad. Es lo que nos machacan constantemente en las películas, telenovelas y novelas. Siempre es el mismo guion: Chico conoce a chica, se «enamoran», todo es muy bonito al principio. Luego, cuando pasa el tiempo, «surgen muchos problemas» e inevitablemente «el amor se acaba». Y en ese punto empieza el «drama» hasta la separación o hasta que se matan.
Luego viene un tiempo de «drama» por la «perdida» del otro y pasado un tiempo «aparece» alguien nuevo y «vuelta a empezar».
Sería el famoso paradigma de «la media naranja» que busca a la «otra media naranja», para intentar sentirse «entero». Pero eso los hace dependientes del otro y al final acaban «forzando» al otro para que les dé lo que creen que necesitan para «ser felices», y eso rompe también la relación.
Ese es el paradigma habitual de lo que la mayoría de personas entienden por amar, por estar enamorado, por alguien con quien ser pareja, y ese suele ser el proceso y resultado.
Los «amadores activos»:
Son «artistas» de amar. No dependen de lo que haga el otro, ya que, cada día, «construyen» en su interior un espacio bonito donde desde allí «AMAR al otro» de verdad.
Cada día ponen unos colores en la pintura, unas notas en la partitura, unas palabras en la mente, un agradecimiento al sentimiento que hacen que su «paisaje» interno hacia el otro sea cada día más precioso.
Al ser una «construcción» interna, no dependen casi de lo que haga el otro. «Eligen» ser felices, acompañando, amando, dándose al otro, independientemente de lo que haga o sienta el otro.
Esto genera sentimientos y emociones, quizás suaves y que es necesario tener «oído fino» para «sentirlos y ser consciente», ya que no hay «ruido de fondo». Pero esos sentimientos dan felicidad y plenitud a la Vida, y no dependen demasiado de lo que haga el otro.
Al haber silencio interior de forma habitual, también es más fácil la conexión a partes más sutiles de uno mismo. El alma, el Ser Superior, la Vida, Dios, el Universo o cómo queramos llamarlo.
Por desgracia, muy poca gente funciona así. Porque esto sale muy poco en las películas y novelas, y no genera grandes dramas que «enganchen» al espectador o lector. Además, genera a gente independiente del «sistema», cosa que tampoco «interesa» porque no necesitan consumir compulsivamente al sentirse felices por si mismos.
Evidentemente que el otro es importante como sea y lo que haga para que las cosas funcionen mejor o peor. Pero el «amador activo» no está pendiente de si recibe o no. Tiene en cuenta y valora lo que recibe, claro. Pero su estado interno no depende de eso, solo depende básicamente de sí mismo.
Para funcionar así, hay que trabajarse mucho internamente todos los días para evitar añadir «ladrillos» al muro que nos separa de los demás. Y no solo eso, al revés, hay que ir desmontando los ladrillos que ya hemos puesto en el muro sin darnos cuenta con el viejo paradigma.
Se consideran una «naranja entera» y buscan otra «naranja entera». Como ya están «enteros» no dependen del otro para ser felices.
Por toda esta «actividad» interna hablamos de «amadores activos».
Como podemos ver el funcionamiento y el resultado es totalmente opuesto.
La decisión de ser un «amador activo» o un «amador pasivo» es nuestra.
Pero como no hay muchos modelos de referencia de «amadores activos», y requiere mucho trabajo de sanar las propias heridas y expectativas falsas, poca gente escoge el camino complejo y ha veces arduo del «amador activo». Además, los dos miembros de la pareja tienen que ser «amadores activos», cosa que es un punto adicional de dificultad de que la pareja funcione así.
Pero las personas que escogen ese camino del «amador activo» suelen ver recompensado su esfuerzo con parejas duraderas, sanas y que dan mucha «belleza» a la relación y a la vida.
Este artículo está inspirado en «El Arte de Amar«, de Eric Fromm.
Autor: Josep Vergés Fecha: 4/04/2024