Por mucha gente es conocido que hay grupos de acompañamiento de muchos temas: embarazo, víctimas de abusos, alcohólicos anónimos, mujeres, lactancia materna; ahora, por suerte, están apareciendo grupos o círculos de «hombres» y otros. Aunque algunos, por su especificidad y tema a resolver –como alcohólicos anónimos –, pueden tener unas normas muy estrictas de funcionamiento, otros son más flexibles y sin un funcionamiento muy estricto. Pero todos tienen una serie de puntos en común: se basan en el compartir y el apoyo mutuo, siempre desde el respeto a los demás participantes.
La clave, siempre, es que se cree un ambiente seguro, donde los participantes puedan sentirse respetados y acogidos, hasta el punto de animarse a compartir sus experiencias, esas que, de alguna manera, les crean dudas o muchas veces han sido muy dolorosas. Con frecuencia, el solo hecho de poder compartir aquello que durante mucho tiempo se llevó por dentro en secreto ya es muy liberador. No importa si el tema es realmente relevante o no para los demás, para la persona lo es y eso es lo que cuenta.
Si, además, le añadimos que otros pueden compartir experiencias parecidas o comparables también es muy liberador, al no sentirse la persona como un «bicho raro», ya que ve que otros han vivido o viven lo mismo. También ocurre que lo que ha sido compartido por otros permite integrar otra mirada o soluciones distintas a esas experiencias.
Según el tipo de grupo, puede haber un «facilitador» o «conductor» que ayude a mantener la coherencia del grupo. Puede ser un profesional, o alguien con experiencia en el tema, pero la mayoría de veces suelen ser uno o varios miembros veteranos del grupo, que simplemente por agradecimiento de la ayuda recibida anteriormente se quedan para ayudar a otros que vengan posteriormente. La ventaja de esto es que los nuevos, al ver veteranos que han podido mejorar su vida, creen en la posibilidad de que ellos también podrán, y eso les da fuerza y ánimos para asistir y participar.
Otro punto clave es el nunca criticar a otro, por «duro» que pueda ser para nuestras creencias lo que comparta algún participante ya que es su experiencia o vivencia. Para otro lo “duro” puede ser algo que compartamos nosotros.
Hay grupos donde solo se escucha al otro, está prohibido dar consejos. Otros, donde precisamente lo recomendable es compartir las experiencias y soluciones, pues son parte de la gracia del grupo. Aunque lo mejor es, generalmente, no dar directamente consejos, solo compartir-se.
Y aunque parezca obvio, el punto más importante es que el ambiente sea de amor y agradecimiento, normalmente sostenido por los veteranos. Eso es lo que hace que los recién llegados se sientan incluidos y parte del grupo. Hay que tener en cuenta que muchos de estos grupos dan soporte a gente que puede haber sufrido mucho y que llegan con las heridas abiertas a flor de piel. Ese «abrazo» desde el «corazón» puede ser clave para que el recién llegado se integre e inicie el proceso de sanación o de ampliación de consciencia, que le permita llegar, poco a poco, a un sitio mejor en su vida.
Hasta aquí, he descrito los puntos habituales en la mayoría de estos grupos, que son importantes para entender el funcionamiento y dinámica de lo que expongo.
CÍRCULOS DE ACOMPAÑAMIENTO AVANZADO PARA RECORDAR-NOS
Cada vez hay más gente que está despertando, más gente a la que se le va abriendo el velo. A algunos, incluso, se les cae de golpe. Eso hace que cada vez haya más personas en un proceso de despertar, en el que les pasan cosas que no entienden, pues la mayoría de las veces no hay puntos de referencia. Nadie en su entorno habitual vive cosas parecidas. O quizá sienten un vacío vital profundo, a pesar de que todo les va bien. Con todas esas vivencias, ellos mismos pueden pensar –u otros les pueden decir,– que se están volviendo locos.
Y nada más lejos de eso. Es un proceso precioso de «volver a nosotros mismos».
Y aquí es donde los círculos de acompañamiento pueden tener un papel clave. Solo el hecho de descubrir que hay otras personas que han pasado o pasan por lo mismo ya es muy liberador. Es dejar de sentirse «solos», a pesar de estar rodeados de gente.
Es muy empoderador el encontrarse con «colegas» que te cuentan cosas parecidas o comparables, y que no tienen miedo de que les tomen por locos. Se saben «distintos», pero no mejores ni peores ni locos. Es encontrar a gente que «habla el mismo lenguaje». Eso relaja mucho.
Pero, además, ocurre otro fenómeno muy interesante. En las conversaciones, en los compartires con estos grupos, alguien cuenta algo de sí que te resuena y te hace recordar un poco más de «ti». Y lo que tú cuentas hace que otro recuerde algo más de sí. Y así, entre todos, se va «recordando» de verdad quiénes somos.
DESPERTAR COMPARTIDO
Podríamos decir que es un proceso de «despertar» compartido.
Por mi experiencia en estos grupos, si son estables, se producen fenómenos de «sincronización», donde varios miembros del grupo pueden estar viviendo procesos «paralelos» de cosas o aspectos parecidos. Lógicamente, cada uno lo vivirá con su propia manera y temperamento, pero serán temas simultáneos. Y, al compartirlos en el grupo, se retroalimentan, haciendo el proceso mucho más potente, profundo y rápido para todos.
Por otra parte, precisamente en la diversidad de los participantes se encuentra otro tesoro. Cada uno vive la misma experiencia desde lo que es, desde su propia realidad y mundo interno. Y eso hace que, al compartirlo, aparezcan distintas miradas del mismo hecho que son oro para los demás.
Antiguamente, alguien en esa búsqueda de sí mismo se trasladaba a algún lugar con un Maestro, y este le daba «lecciones» para seguir su proceso. Eso ya se acabó. Ahora el Maestro es el Grupo.
La clave es que cada uno, desarrollando y afirmando su «individualidad» (que no se debe confundir con ego), aporta su parte única e irrepetible al grupo. Y, de esa Maestría aportada por cada uno, el conjunto va aprendiendo como un todo, pero manteniendo la individualidad de cada uno.
Otra clave es que, aunque suele haber gente con más rodaje y otra con menos, los «veteranos» deben evitar a toda costa «ir de maestros», porque entonces el grupo no es igualitario y los veteranos se convierten en «gurús», y es justo lo contrario de lo que debe hacer el grupo para que el grupo sea el «Maestro». Eso no impide que alguno o algunos del grupo gestionen el «día a día» del grupo, pero solo a nivel organizativo. Y, Además, siempre habrá personas con más bagaje y recursos, pero eso no les convierte en «jefes» ni «sabelotodos».
También, para que sea igualitario, es clave el que no haya más intercambio económico del necesario para cubrir, si los hay, los gastos de local, de la plataforma de Internet o de lo que sea. Si alguien se lucra por la «gestión» o por «ser el líder» del grupo, entonces ya no es un círculo, es un grupo que tiene «propietario». Aunque pueda hacer, en parte, algunas funcionalidades, ya no es lo mismo. Ya no es «igualitario» y se pierde parte de la potencia como círculo.
CÓMO EMPEZAR UN CÍRCULO
Voy a hablar desde mi propia experiencia de toda la vida colaborando en grupos y círculos de distintos temas. Y, especialmente desde el 2019, en círculos de «despertares» y «recordares», aunque no tengan ese nombre.
Lo habitual es que una persona tenga la idea y la proponga a personas cercanas que les mueven los mismos temas. Entre todos deciden el enfoque y cómo se va a hacer realidad. Y luego ya se irán añadiendo participantes de distintas maneras.
Puede ser presencial o vía Internet, pero siempre debe haber dos partes:
1- Un grupo de WhatsApp o Telegram que sirva de nexo, para pequeños compartires puntuales, quizá en forma de links o documentos relacionados y, sobre todo, para organizar los encuentros presenciales.
2- Un lugar físico para los encuentros presenciales (o, algo cada vez más habitual, usar una plataforma tipo Zoom). Y aquí es importante mantener cierta regularidad, para que la gente se pueda organizar.
Lo importante es empezar y establecer una dinámica correcta, y para ello, vamos a ver los puntos más importantes a tener en cuenta:
- Aunque al principio el organizador tendrá que establecer unas formas de funcionar coherentes, sanas y respetuosas, será responsabilidad de TODOS los miembros veteranos mantenerlas luego.
- La mejor manera de que los participantes entiendan de qué va el grupo y se animen a compartir es que los iniciadores empiecen a hacerlo. Que compartan sus vivencias, sus experiencias, que hablen solo y únicamente desde su «verdad» interna y experiencia, nunca de «teorías leídas o youtubeadas».
- Sobre todo, es clave compartir las experiencias «raras» y cómo se viven, qué emociones despiertan, qué miedos, qué alegrías, etc.
- Una somera explicación de los hechos en plan «telenoticias» no sirve, no nos hace sentir cercanos al otro. Es clave compartir nuestra «vivencia interna al respecto», no solo los hechos.
- Suele dar mucha fuerza y sentimiento de pertenencia al círculo el hecho de empezar con una somera explicación de «cómo llegamos», pero compartiendo cómo nos sentimos y porqué. Por ejemplo: «Llego removido por una discusión con mi pareja, me ha dolido que tal y cual, y me pasa por esto», «El otro día recordé cómo me sentía de pequeño cuando pasaba tal cosa en casa, era muy duro para mí» o «He entendido que cuando tal hace tal cosa, yo me siento de tal manera y ahora entiendo porqué y puedo vivirlo diferente».
- Si alguien llega «muy tocado», el grupo le sostiene de alguna manera. Lo más importante es la escucha, no interrumpir bajo ningún concepto ni entrar en consejos, a no ser que el aludido los pida explícitamente. Sí se pueden contar experiencias comparables que uno haya vivido y cómo se solucionaron, lo que se haya hecho internamente o lo que sea. Pero es, simplemente compartir, no decir «tienes que hacerlo como yo».
- Si el grupo está formado por gente lo suficientemente despierta, es posible que se entre también a compartir las habituales experiencias “raras”, que se suelen tener en ese estado: «Me he dado cuenta de que puedo ver el aura de las personas en ciertos momentos», «He recordado una vida en que me pasó tal cosa, ahora entiendo porqué en esta me pasa esto, porqué se me activa el recuerdo» o «Me doy cuenta de que tengo este Don, pero no sé muy bien cómo gestionarlo».
- Y después de esa compartición de cómo llegamos, se puede entrar, si lo hay, en el tema propuesto para tratar ese día.
Estabilizar el grupo llevará tiempo, atención, cariño y consciencia por parte de todos. Y solo cuando eso lo haya conseguido el grupo motor, puede plantearse añadir a más gente. Si se añaden muchas personas de golpe, puede destruir la dinámica ya establecida. Por eso, es mejor que la gente nueva vaya entrando poco a poco, así podrá entender el mecanismo y no se desestabilizará el grupo.
Todo grupo es tan fuerte como el más débil de sus miembros, por lo que es importante dar apoyo a dicho miembro para que el grupo pueda ir más allá. Pero tampoco se trata de entrar en dinámicas de «salvadores», intentando, el grupo, salvar de sí mismos a los miembros: debe ser cada uno quien debe hacerse cargo de sí mismo y no esperar que sea el grupo quien solucione todo.
Todos los miembros deben haber hecho previamente un trabajo mínimo de introspección, autosanación y trabajo con uno mismo, para que el grupo sea de verdad “avanzado” y que pueda funcionar con un mínimo de coherencia y respeto.
Cada miembro tiene que estar dispuesto a aportar y recibir, pero sobre todo a aportar. Si en el grupo hay demasiados «recibidores pasivos», no funcionará. Solo gente que esté dispuesta tanto a dar como a recibir del grupo hará que este funcione.
MI EXPERIENCIA
Desde mi primera experiencia desde el 2019, cuando empecé con el grupo que inicié a partir de mis recuerdos como cátaro (ver Mi experiencia Cátara), fue un antes y un después en mi vida.
Al compartir cada quien desde su total verdad, sentimiento, experiencia (y, algunas veces, también hasta recuerdos de otras vidas) con el máximo respeto y aceptación del otro, fue para tod@s una experiencia nueva y enriquecedora, compartiendo también nuestras experiencias «raras». Al acostumbrarnos a «compartir-nos» de esa manera tan real y sincera, ahora a tod@s ya no nos sirve relacionarnos con los demás en general desde otro lugar que no sea este. Y eso ha hecho que eso se traslade, también, a los otros grupos en que, de alguna manera, participamos los miembros de aquel grupo.
En los que participo, he empezado a funcionar de esta manera haciendo que, en poco tiempo, el grupo funcione también así, pues a los miembros les da mucha más profundidad y verdad. Y esto se está convirtiendo en una mancha de aceite, pues cada participante lo van haciendo, también, en otros lugares.
A mí me funciona muy bien en cualquier grupo de gente con el que esté en ese momento –lógicamente, si es un espacio donde eso sea posible y si tiene sentido allí– contar mis experiencias interesantes del tema que sea. Desde mi verdad, desde cómo yo lo vivo, explicando lo que eso representa para mí, lo que he aprendido, lo que hago y por qué.
Puedo hablar desde lo que vivo en ese momento internamente y lo que está significando, de mi relación de pareja, de mis recuerdos de otras vidas, de cómo entiendo la vida, de mi «servicio» consciente hacia la mejora de la consciencia de la Humanidad, de mi experiencia en la sexualidad o en la meditación, de mi experiencia con las «constelaciones familiares», etc. No hay ningún tema tabú por el que dirán o qué podrían pensar. Siempre, claro, con cierto sentido común.
Haciendo eso, hasta ahora me sigue sorprendiendo cómo otras personas que nunca lo hubiera pensado se abren de la misma manera y cuentan algo empezando con un «Esto no se lo he contado nunca a nadie» y bla bla bla. Esto me ha hecho darme cuenta de la enorme necesidad que muchas personas tienen de poder conversar de ciertos temas que son tabú para la sociedad en general, que los viven con miedo del «qué pensarán» y también, muchas veces, de que otros piensen que «hay algo mal en ellos».
Es por esta experiencia que os animo a que os «compartáis» a los demás desde el amor. Es una experiencia muy enriquecedora hacerlo en grupo, sobre todo en grupos de «raros» si vosotros sois también «raros».
HABLAR SIEMPRE «VERDAD»
También en mi vida cotidiana, –en cualquier conversación que pueda tener con cualquier persona que sea un poco interesante y que en el tipo de conversación lo permita– hablo siempre desde «mi verdad interna». No escondo absolutamente nada por «tema privado», aunque muchos lo puedan considerar así. No juzgo al otro, le comparto lo que he vivido y que tenga sentido en la conversación. Y estoy abierto totalmente a que el otro también lo haga conmigo; no lo pido ni lo fuerzo, pero lo espero.
Y ocurre de forma «mágica». Incluso con una persona que acabo de conocer, al cabo de un rato de conversación, se suelen abrir a comunicarse de la misma manera. Y es preciosa la profundidad y la «verdad» de la conversación que se produce. Es precioso el sentir que esa persona «es real», no una máscara. Es precioso ver cómo esa persona está «siendo verdad».
Y para el otro suele ser sorprendente al principio, pero cuando entiende de qué va el tema, le encanta y empieza de forma espontánea a hacerlo contigo, pero también más fácilmente con otros después.
Mucha gente se queja de que este mundo está lleno de mentiras, en la política, la economía, en las relaciones, etc. Quizás no podamos cambiar eso directamente, pero si siempre hablamos «nuestra verdad» en cualquier entorno, eso es lo que fomentamos y no dejamos espacio para la mentira. Con eso somos parte de ese cambio a «la verdad» que tanto deseamos, no esperamos a que «otros hagan el cambio».
Porque hacer ese cambio desde nosotros está en nuestras manos y en nuestro poder; cambiar a «los otros», no.
Autor: Josep Vergés Fecha: 20/11/2024
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