En este artículo continuo desarrollando el tema del Karma, pero en esta ocasión desde la perspectiva de nuestras propias creaciones mentales.
Como comentaba en el artículo (Karma, energía y Continuidad de Consciencia) tenemos un concepto muy judeocristiano del Karma. Concepto que ha sido muy enfatizado por los que siempre nos han controlado desde el miedo y la culpa a través de la religión. Ahora se ha puesto de moda lo oriental, pero sobre todo la parte que sigue sirviendo para manipularnos, no el verdadero sentido liberador de esas enseñanzas.
Para entender el tema de las creaciones mentales,
debemos ser conscientes de que la energía sigue al pensamiento. No puede ser de otra manera. Los pensamientos tienen formas geométricas y esas formas geométricas transforman por «resonancia» y «conforman» la energía asociada a esos pensamientos. Por tanto, esos pensamientos tienen capacidad de crear realidades.
Como se ve en la película «Nuestro Hogar» (Noso Larr) cuando no estamos encarnados, al no existir la dimensión tiempo, lo «pensado» se manifiesta instantáneamente para nuestra consciencia, creando el holograma de nuestra realidad de forma instantánea, da igual si es «positivo» o «negativo».
En cambio, cuando estamos encarnados al existir la «dimensión» tiempo, las cosas «tardan» en manifestarse, además que se debe «concentrar» la energía para que se materialice como algo físico.
También existe un segundo factor muy importe y es que la «realidad» es un holograma (Matrix) compartido y, por tanto, cocreado por todos los seres que están «jugando» en el espacio holográfico 3D en que vivimos. Por tanto, algo cocreado simultáneamente por mucha gente se manifestará muy rápido, en cambio, algo creado en «divergencia» u «oposición» del colectivo costará mucho, aparte que podemos ser «agredidos», energéticamente hablando, por los otros que no quieren esa realidad. Este último aspecto se puede ver en la película «Origen (inception)».
En el artículo Consciencia y medios de desinformación masiva desarrollo más como nos manipulan para crear la realidad que favorece a los manipuladores y no a los humanos comunes. Pero ahora no voy a entrar en el tema, sino que voy a seguir con el acercamiento individual.
Visto todo ese preámbulo necesario para entender de forma somera como «manifestamos» nuestra realidad, vuelvo al tema del artículo.
Cómo entender el Karma
La forma más sencilla es comparar nuestro Karma a un edificio muy grande construido por nosotros a lo largo de múltiples vidas. Estas pueden ser pasadas, actuales o aunque sorprenda futuras. (escribo a propósito “actuales” en plural, porque el ser puede estar en varios avatares a la vez, en diferentes «tiempos» e incluso en el mismo tiempo para nuestra realidad temporal lineal). Según lo que vamos experimentando, creyendo, deseando, sufriendo, vamos «fijando» unos tipos de pensamientos y emociones. Si es un pensamiento o emoción fugaz, no pasa casi nada. Pero si este se va repitiendo, va «construyendo una «habitación» en ese edificio.
Si es un pensamiento/sentimiento feliz, sano, de alegría de AMOR, seguramente será una habitación elevada, amplia, con paredes de colores y decoración agradables, armónicos y bonitos, con grandes ventanales con vistas a paisajes preciosos llenos de vida y armonía.
Si es una tendencia al sentimiento de soledad/abandono, será una habitación triste, pequeña, con menos ventanas, y con una vista de desierto, de vacío, de nada.
Si es una tendencia de miedo, quizás sea un subterráneo, oscuro, como una celda de una mazmorra, sin ventanas o, si las tiene, pequeñas y con barrotes, donde solo vemos la reja o pared del castillo, nada más.
Si es una reiteración de odio y/o rencor, pues será por ejemplo una sala de torturas, con potros, argollas, cadenas, alicates, etc. O un polvorín con bombas y armas de todo tipo a cuál más terrorífica.
Todas esas habitaciones coexisten en ese mismo edificio nuestro. Y según la «elección» de lo que decidimos pensar o sentir en ese momento, es decir, donde ponemos el «foco» de nuestra consciencia, instantáneamente nos trasladamos de una habitación a otra. Y eso tiene dos efectos, por un lado «reforzar» y «fisicalizar» la «realidad» de esa habitación en nuestra vida y por otro hacer que todo lo que percibamos, llegue con el «tono» y «decorado» que marca esa habitación. Por tanto, como más escojamos un estado de línea de pensamiento/sentimiento/emoción, más lo hacemos real en nuestra vida. Como menos lo escojamos, menos se va a presentar.
El problema adicional a esto, es que al resonar en unas frecuencias y creencias y no en otras, lo que atraemos son «jugadores» del holograma que resuenan en el papel complementario al nuestro. Si creemos por ejemplo que todo el mundo nos maltrata, atraeremos a nuestra «habitación» de «maltratado» un «maltratador», y eso reforzará nuestra creencia de «maltratado».
Por suerte eso también funciona al revés. Si resonamos en AMOR, atraeremos a nuestra habitación de AMOR, situaciones y personas que expresan y viven AMOR reforzando nuestra buena vibración.
Un ejemplo de esto
Un ejemplo muy gráfico sería el de la típica mujer que se queja de que todos los hombres le miran los pechos en plan baboso. Pero resulta que lleva un sujetador elevador, silicona, un vestido que enseña casi todo y se mueve de manera que sus pechos llamen la atención.
¿Cómo es su habitación? Sujetador, elevador, silicona, escote provocador, movimientos…. ¿Que busca realmente? En realidad busca energía, el problema es que la que encuentra no le gusta. Y como no le sirve y quiere la energía, en lugar de cambiar el aspecto, abre más el escote a ver que pasa, y lógicamente será peor: más energía sí, pero más babosa.
Resultado, un póster en la pared de la «habitación» que dice que los hombres son unos babosos que solo le miran los pechos con deseo, pero no la quieren.
Sería un ejemplo parecido el hombre que hace culturismo (musculitos), o el que va con un Ferrari rojo.
A lo largo de muchas vidas (pasadas, actuales y futuras) hemos manifestado ese edificio que es nuestra realidad. Es un poco lo que somos, con respecto a personalidad, avatar, ego, alma, espíritu o como lo queramos llamar. No confundir con el Ser que siempre ES independientemente de todo eso.
Todo eso que hemos ido creando, por su parte, nos condiciona a cómo vemos y vivimos las cosas. Lo que a su vez realimenta aún más el proceso. Y justo eso es el karma. La realidad que nos hemos construido (individual y colectivamente) nos atrapa en ella misma y se autorepite y automateraliza.
Como resulta que en ese edificio construido por nosotros es donde vivimos, lo que vamos «construyendo» es inexorablemente lo que vamos «recogiendo». No puede ser de otra manera. Y eso es cierto tanto a nivel individual como colectivo (karma de un pueblo, nación, empresa, grupo social, etc.).
No hay allí un señor con barba diciendo: has mirado unos pechos que no tenías que mirar, estarás castigado a vivir en un país que las mujeres llevan burca. Sí, puede ocurrir que esa mujer se siga reforzando en sus creencias y encarne entonces en un país donde los hombres son más bestias con las mujeres, pues es lo que necesita para «su realidad». O ese «hombre baboso» dependiendo de cómo lo viva reencarne en una tribu donde las mujeres llevan los pechos al aire y pueda vivir eso con naturalidad o, si lo vive mal, sea el talibán que le pone el burca a la de los pechos «llamativos».
Bueno, visto un poco cómo funciona en realidad el Karma, viene la pregunta:
¿Y cómo «limpiamos» el karma?
Desde luego haciendo millones de mantras o miles de horas de meditación, no. Tampoco dando dinero a las iglesias.
La única manera real y eficaz es «hacer obras» en ese edificio. Por ejemplo, si hay mazmorras, limpiarlas, abrir ventanas, quitar las rejas y convertirlas en bodegas de buen vino. Si hay salas de tortura, desmontarlas, fundir las herramientas, y rellenarla de tierra. En general, eliminar divisiones dentro del edificio, para hacer salas espaciosas, abiertas, con bonitos paisajes, etc.
Pero esto dicho de forma alegórica. ¿Cómo se hace de forma «real»?
Pues básicamente «escogiendo» en que realidad quieres vivir en cada momento.
Por ejemplo, si mi tendencia es irme a la habitación de la depresión y por tanto reforzar sus paredes, puedo escoger seguir quedándome allí, que es lo fácil y conocido. O puedo decidir “vale, me siento deprimid@, pero, aun así, decido que las cosas pueden ser mejores, y aunque mi «karma» (programación mental y neuronal) me impulsa a quedarme en esta habitación depresiva, escojo hacer algo distinto”.
Al principio puede ser simplemente en lugar de sentarse en el sofá de casa, intoxicándose con la TV, sentarse en un banco del jardín cercano, mirando los árboles, los pájaros, la gente que pasa, los niños que juegan. Y cuando llega el pensamiento «qué mierda, ellos son felices y yo no» dejarlo pasar y decirse «bueno, al menos estoy aquí sentado viéndolo».
Al principio habrá que obligarse desde la decisión a salir al parque un rato al día. Pero eso poco a poco va «disolviendo» los muros de la habitación de la depresión, abriendo ventanas y transformándola en la de la tristeza, luego en la del pse, pse, y luego, quizás, en la de qué bonitos son los pájaros.
De igual manera que construir esa habitación depresiva llevó tiempo, transmutarla también lo va a llevar, es de sentido común. Hay que reconectar neuronas, disolver energías, manifestar otras, etc. Ahí es donde es necesaria la VOLUNTAD de querer sanar, crecer, liberase, etc. Y perseverancia, ya que un edificio no se hace nuevo en un día.
Hay una parte vital de autodecisión, autobservación y trabajo interno propio. Sin eso no podemos hacer nada, nadie lo hará por nosotros. La más importante es la primera decisión/transformación. A partir de que descubres que puedes hacerlo es más fácil.
También es clave abrir todas las puertas.
Cualquier puerta que por algún motivo cerremos y, por tanto, neguemos, nos estará llamando en silencio y seguiremos atrapados por ella. Puede ser duro reconocer que por ejemplo fuimos/somos/seremos un torturador, pero no hacerlo nos mantiene en el papel de torturador o en el de sentirse culpable de.
Solo primero perdonándonos a nosotros por eso, después perdonando a los que torturamos (cuando torturamos a alguien es porque le creemos culpable). Y luego desde el corazón expresar que lo sentimos al torturado (no pedir perdón, pues entonces nos ponemos en las manos del otro, es expresar nuestro arrepentimiento desde nosotros, independientemente de lo que haga la víctima después respecto a nosotros).
No voy a hacer un tratado aquí de cómo «limpiar karma», eso se desarrolla en otros artículos de la web y, de hecho, todo lo que ayude al crecimiento personal y a conectar con el Ser sirve. Solo quería que mi reflexión ayudara a entender la relación entre el karma y las creaciones mentales.
Bueno, espero que el artículo os anime a hacer obras en vuestro edificio.
De hecho, hay un momento que ya no hay edificio, que es cuando solo se manifiesta el SER a través nuestro, pero ese otro tema y no se llega así como así, primero hay que limpiar todo ese lastre.
Autor: Josep Vergés Fecha: 27/7/2014
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