El universo es un infinito campo de consciencia formado por todos los planos, dimensiones, multiversos, realidades, etc.
Y en ese inabarcable campo para nuestra mente, unas infinitamente pequeñas partes de esa consciencia tomaron realidad o existencia independiente, aun siguiendo dentro de ese campo.
¿Por qué ocurrió? No lo sé. ¿Dios?
Y esas partes de consciencia «independizadas» empezaron a interactuar con el resto de campo de consciencia modificando ese espacio «a su gusto». Dicho de otra manera: ese espacio insulso y uniforme empezó a ser modificado y «experimentado» por esas «protoidentidades» independientes.
Poco a poco, ese campo insulso y uniforme empezó a convertirse en un «campo de juegos» infinito e inabarcable para nuestra mente. En ese «campo de juegos» esas unidades de consciencia empezaron a «jugar» a hacer surgir todo lo que existe.
Por tanto, todo lo que existe es en realidad el fruto de la «interacción consciente de consciencias entre ellas y entre ese espacio infinito de consciencia».
Y a partir de ese «juego», para entendernos, con el paso de lo que para nosotros sería el tiempo, acabó existiendo lo que nosotros conocemos como «universo». Y en ese universo existen unas dimensiones que nosotros somos capaces de percibir -y en algunas de ellas incluso de interaccionar- igual que ocurre con el plano físico. También «ocurrió» que de ese infinito campo de consciencias, poco a poco, esas unidades individuales fueron creciendo en número y fueron entrando a participar en el juego.
Para resumir, la situación actual es que existen consciencias que están experimentando desde ser una micro parte de una parte de un elemento de un átomo y existen otras que son un universo entero. Y se estructuran de manera que las «consciencias» de ámbito «mayor» tienen en su interior las consciencias de ámbito espacial o dimensional menor.
Sería como en el cuerpo humano, donde hay una consciencia «individual» de ser algo un poco independiente del «resto»y a su vez tiene incorporadas en su interior las consciencias «individuales» de las células, de los tejidos, de los órganos etc. Estas a su vez «integran» las consciencias de las moléculas y átomos que la forman. Y estos a su vez integran la consciencia de las partículas atómicas. Y estos las subatómicas, etc.
Si miramos al revés, nosotros como «individuales» somos una pequeña consciencia que es parte de una consciencia mayor que es Gaia. Esta a su vez es parte de la consciencia del sistema solar y este de la consciencia de la galaxia, etc.
Y aquí viene una parte clave para entender lo que somos y cómo funcionamos.
Si miramos solo nuestro vehículo físico, este está formado por un montón de células en las cuales hay «unidades de consciencia» que están experimentando ser células nerviosas, otras del páncreas, otras de músculo, etc.
Algunas de esas células nerviosas están experimentando ser cerebro y, por tanto, tomar una cierta «responsabilidad y dirección» de las otras neuronas que a su vez actúan sobre otras.
Otras están experimentando ser «glándulas» que «juegan» a interactuar con el resto del cuerpo, creando cambios de «estado» en algunas partes o todo el cuerpo con las hormonas.
Pero a su vez, ese cerebro de la cabeza junto con el «cerebro» del corazón son el punto de interacción con una unidad de consciencia de mayor magnitud que es lo que conocemos como alma, donde ya estamos entrando en realidades no físicas y más difícilmente «entendibles» desde nuestra consciencia normal humana.
Aquí también podríamos de nuevo seguir con Gaia, sistema solar, galaxias, etc.
Y ahora introducimos otro concepto y es que para cualquiera de los niveles de consciencia que sea hay un cierto nivel de comunicación y «conocimiento» con sus niveles de consciencia «integrados dentro», pero parcialmente limitado.
Es decir, volviendo al humano, las pequeñas unidades de células, el conjunto de células coordinadas del cerebro, el conjunto de células coordinadas del hígado, etc. son parte del «subconsciente» de ese humano. De alguna manera «sabe» de ello. De alguna manera «interacciona» con ellas, pero no tiene una plena consciencia constante de ello.
Es cierto que con trabajos de consciencia y toma de consciencia del cuerpo se puede aumentar y mejorar ese «saber» y, por tanto, la capacidad de interactuar directamente con ellas, pero siempre estará un poco al límite del «alcance del radar». Siempre habrá una parte de esa infinitud de consciencias que lo forman, de las que no es «consciente» precisamente porque esa consciencia humana está experimentando el «Ser Humano» y si se funde del todo con las células, pierde, para entendernos, su «identidad» «mayor».
A su vez, en el siguiente paso de escala, la humanidad, como conjunto más los otros conjuntos de los diferentes grupos animales, vegetales y minerales, forman parte del «subconsciente» de Gaia.
Gaia, así como nosotros, puede en un momento puntual enfocarse en un punto concreto de esas consciencias «menores» e interactuar de manera directa con ella, pero necesariamente volverá a «enfocarse» en su «experiencia» como entidad de mayor magnitud, porque si se queda demasiado «tiempo» siendo, por ejemplo, «esa célula» quedaría atrapada en volver a ser «consciencia de célula».
Y al revés, por ejemplo, cuando el humano es capaz de «conectar» su consciencia cada vez con entidades de «mayor dimensión» llega un momento en que «salta» a una consciencia «de mayor dimensión».
Y eso, a su vez, nos lleva a hablar de la mente.
La mente está formada por «un conjunto de unidades de consciencia que interactúan entre ellas, con nuestro cuerpo y con nosotros».
Y, por tanto, cuanto más nuestra mente se dirige, «piensa» y está «llena» de un concepto, creencia, etc, más «unidades de consciencia» se sienten atraídas y se implican en eso y más «real y físico» se hace eso para «nosotros».
Es así como creamos «realidades».
Por eso cambiar un hábito, cambiar una «realidad», cambiar una experiencia implica «poner mucha consciencia» en lo nuevo que queremos manifestar para que más de esas consciencias menores se impliquen en eso y dejen de implicarse en lo que «ya no queremos».
Y por eso, si nos atrapamos en lo que «no queremos y estamos todo el día «poniendo consciencia» en eso que no queremos, estamos «atrayendo» más unidades de consciencia a «manifestar» eso que no queremos.
Además, ese «juego» también ocurre en el ámbito del colectivo: cuantas más unidades de consciencia se implican en algo, eso más crece.
Cuantas menos unidades de consciencia estén en algo, eso se va «disolviendo» porque las unidades de consciencia que lo formaban se sienten atraídas por algo «más interesante».
Así es como funciona, de forma supersimplificada, el «juego de la creación» y su interacción con la «consciencia».
Autor: Josep Vergés Fecha: 08/05/2023 Escrito en: Urubamba (Perú), 08/05/2023
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