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Estela de Montsegur

En este artículo voy a compartir mi experiencia del recuerdo de mi vida como cátaro.

De pequeño ya hablaba de cosas que hacía cuando era mayor. Pero por la cara que ponían mis padres deje de hacerlo y dejé de «recordar cosas». Y así quedé hasta más o menos los 35 años, en que empecé a tener flashes de otras vidas. Flashes que además daban sentido a muchas cosas que me habían pasado o me pasan. En este caso me centraré solo en el trozo de vida que recordé como cátaro.

Hacia 1985, fui con mi pareja de entonces a hacer una ruta por el sur de Francia, y entre otros lugares decidimos visitar los castillos cátaros de aquella zona. En aquel momento, no sabía casi nada de los cátaros, solamente un poco lo que decían las guías turísticas de la zona. Vaya, básicamente que eran unos «herejes» y que por eso los quemaron.

Ya sabia que la Inquisición quemaba a cualquiera que cuestionara a la iglesia oficial, por tanto, ya sabia que en realidad «no eran malos». Pero no sabía mucho más.

Fuimos visitando los castillos de la zona, hasta que llegamos a Montsegur, a medio camino en la subida al castillo está lo que se conoce como «Camp dels Cremats» (literalmente «campo de los quemados»). Se llama así porque el 16 de marzo de 1244 fueron quemados los 215 cátaros que resistieron durante casi un año el asalto de la cruzada.

Entonces, subiendo al castillo y pasando por allí, tuve una sensación poderosísima de que yo era uno de los que allí murieron quemados. Mi pareja no creía en estas cosas, así que no me hizo caso. Pero yo me quedé muy descolocado, no entendía muy bien que pasaba, pero tenía esa certeza.

Para acabar de crear duda, al subir al castillo no me sonaba de nada. Pensé que lo lógico sería que si estuve allí un año resistiendo, antes de que me quemaran, debería recordar el castillo, por tanto, aún me cuadraba menos todo. Y ahí quedó la cosa.

Pasaron los años y con el boom de internet, ya me llego más información de los cátaros, pude saber alguna cosa más, pero tampoco mucho más.

Hacia el 2010 volví a ir a Montsegur. Esta vez ya con recuerdos de otras vidas y más experiencia y conocimientos en estos temas, incluido el tema cátaro. Y con una esposa que si estaba abierta a estas cosas.

Al pasar por el «Camp dels Cremats» volví a sentir aún con más fuerza y claridad que yo era uno de ellos. Y también el castillo siguió sin cuadrarme, no lo reconocía de nada. Y ahí volvió a quedar la cosa, pero esta vez ya con certeza.

En diciembre del 2019, sentí el fuerte impulso de ir otra vez a aquella zona. Pero esta vez fui yo solo.

Ya de camino entre Queribus y Carcasona, circulando en coche por esas preciosas, estrechas y solitarias carreteras, de repente empecé a «recordar» que en la época cátara era ya un camino de carro, y que yo andaba por él.

Castillo de Montsegur

Y al mismo tiempo me embargo una fortísima sensación de paz absoluta, de serenidad, de AMOR, de bienestar y felicidad interior absolutos. Esa sensación la viví de forma plena durante unos cuantos kilómetros. El «colocón» me duró después aún una semana, aunque ya no tan fuerte.

Al principio no entendí muy bien que pasaba. Pero enseguida comprendí que ese era mi estado interno habitual en esa época como «perfecto cátaro». Así era como vivían, por eso tenían tantos seguidores. No por lo que hablaban, (que también), sino sobre todo por cómo vivían y lo que «desprendían».

Mientras todo esto ocurría dentro de mí, seguía conduciendo despacio, además de verme a mí, también empecé a verme andando con una persona, luego con otra, luego con otra, etc. Hasta 8 personas fui viendo. Personas que para que las reconociese «se mostraban» con su cara actual.

Hay que decir que los «perfectos» andaban habitualmente entre pueblos de dos en dos, y daba igual si eran dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer. Para ellos no había diferencia de respeto, sabiduría, valoración, etc entre un hombre y una mujer. De hecho, en toda la zona del Lenguadoc en aquella época se tenía a la mujer en gran estima y respeto.

Para mí fue una experiencia potente y transformadora. Entendí profundamente y «experiencialmente» lo que significaba ser perfecto cátaro en esa época. Ya hacía años que en esta vida estaba trabajando la «expansión del corazón y la energía CRÍSTICA». Entonces entendí por qué tenía tanto interés en el tema del corazón. A la vez «experimenté» de verdad esa energía CRÍSTICA. Hay que decir que esa consciencia CRÍSTICA, aunque tiene relación con Cristo, sobre todo tiene que ver con el “CRISTAL” que se manifiesta en la zona del corazón a partir de cierto nivel de consciencia.

Os puedo asegurar que después de esa experiencia nada vuelve a ser igual. No sabes cómo llegar a eso voluntariamente, pero sabes que eso existe, que es posible, que significa y lo precioso que es vivir en ese estado. Y entonces te comprometes y te implicas más, al menos esa es mi reacción, en el trabajo hacia la expansión de consciencia colectiva. Querrías que todo el mundo pueda vivir en ese estado de plenitud.

Continué el viaje, y al día siguiente fui a Montsegur, pues ese era el objetivo, claro. Caía una fina llovizna y por la época del año tuve el regalo de estar solo. Cosa que fue mejor porque no había interferencias. Al llegar al Camp dels Cremats volví a tener la clara sensación de ser uno de ellos otra vez. Pero esta vez recibí mucha más información.

A diferencia de la creencia popular, la mayoría de los que fuimos quemados, lo fuimos de forma voluntaria. No por negarnos a abjurar, que también, sino porque en realidad ya sabiendo que igualmente nos quemarían, lo que hicimos fue convertir ese «sacrificio» en una «ceremonia» para sembrar una semilla.

Foc

Lo que hicimos de manera consciente fue aprovechar el EGREGOR que se genera cuando alguien es asesinado. Con la vibración alta que mantuvimos al estar centrados en el AMOR CRÍSTICO, convertimos ese EGREGOR en una potente semilla de AMOR INCONDICIONAL. Y como dijo Guillermo Belibaste, el último prefecto cátaro que fue quemado en el 1321, «en 700 años el laurel reverdecerá».

Y ciertamente para muchos es ya evidente que esto es ya así, que esa semilla de AMOR CRÍSTICO está creciendo con fuerza, en toda la Humanidad.

Aquellos pobres cruzados, que la mayoría actuaron de buena fe creyendo que «éramos malos», creían que al quemarnos acababan con el problema y no se dieron cuenta de que en realidad estaban sembrando una potentísima semilla de AMOR latente para que germinase cuando la Humanidad estuviera preparada para esa experiencia, que es ahora.

Después de este potente recuerdo y algunos más, continué subiendo hasta el castillo.

Al llegar arriba vi una placa que han puesto recientemente que explicaba que el castillo actual es posterior a los cátaros. Que fue construido muchos años después como castillo de frontera y que en la época del asedio a los cátaros, no había castillo. Lo que había era un pueblo fortificado. En el cartel también había un dibujo que era una recreación, basada en los restos existentes, de cómo se piensa que era el pueblo.

Eso me puso la piel de gallina, pues ese dibujo sí me era familiar. Esa experiencia precisamente me sirvió para «verificar» que mi recuerdo se basaba en algo real, pues era capaz de detectar cosas no existentes en ese momento.

Para ir terminando el artículo, explicar que como es lógico al volver llamé a las personas que vi andar conmigo y nos encontramos un día casi todas. Cabe decir que una recuerda claramente partes de su vida como cátara, otras dos tienen flashes, y a los demás les resuena totalmente el tema.

Como es lógico, un día fuimos todos juntos a Montsegur. Y fue una experiencia potente para la mayoría. Llegaron más recuerdos, o al menos certezas a todos.

También cabe decir que este grupito sigue existiendo, y funcionamos desde una absoluta «hermandad», respeto, AMOR y acompañamiento desde el SER en la medida de lo posible. Ha sido una ayuda potentísima a todos para su proceso interno de transformación y metamorfosis. Esto es así porque nos comunicamos todos a corazón abierto y sin ninguna reserva desde nuestra «verdad» y proceso interno del momento. Y eso te empodera de una forma impresionante, pues te ayuda a ir hacia ti mismo y además sabes que tienes a los «hermanos y hermanas» siempre cerca y dispuestos a ayudar desde el corazón.

Doy gracias a la VIDA por haber podido participar en estos dos momentos históricos, hace 700 años y ahora. Es un regalo inmenso para la experiencia del SER.

Autor: Josep Vergés Fecha: 14/06/2022

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