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Manzana y Naranja

Vivimos en una sociedad que penaliza muchísimo la diferencia, la discrepancia, el ser diferente en el más mínimo aspecto. Todos recordaréis, por ejemplo, en el colegio, lo mal que lo pasaba, el «gordo», el «tuerto», el «cojo», el «tonto», etc. Solo por el hecho de una pequeña diferencia, pero aun dentro de lo típico.

¿Cómo se puede haber sentido la persona con algún tipo de diferencia «más sutil», pero que eso es percibido por los compañeros? La tortura puede llegar a extremos increíbles.

Tomemos, por ejemplo, la típica persona que «ve» cosas. Probablemente, solo es una fisura en su campo energético y se le cuelan percepciones de energías y entidades que pululan por doquier y que, además, no sabe lo que es ni cómo manejarlo. O puede tener una visión clara y bastante real y con filtro. Como tenga un pequeño episodio y comente algo a algún compañero o, incluso, a los padres, su vida puede cambiar radicalmente a partir de ese momento. Pasa a ser el «loco» o el “raro”.

Tendrá suerte si no le ocurre más o consigue tener suficiente nivel de autocontrol para esconderlo, pues la gente se olvidará y la cosa pasará. Pero como no sepa gobernarlo, cosa frecuente, y se le escape de las manos, acabará como carne de psiquiátrico.

Por el trabajo de mi pareja anterior, he tenido bastante contacto con el mundo de la psicología y psiquiatría clásicas. No tengo ninguna duda de la buena voluntad de la mayor parte de ese colectivo, pero no tienen recursos ni entendimiento para dar verdaderas soluciones a este tipo de problemas, que no comprenden en absoluto. Y normalmente lo habitual con este tipo de personas es que acaben medicados y aniquilados para volver “normal” su conciencia. Aunque en un episodio muy agudo y que la persona pueda poner en peligro su vida o la de otros, comprendo que pueda pensarse que la medicación puede ser muy eficaz para estabilizar un poco la persona y luego empezar el verdadero trabajo.

Pero, en realidad, la mayoría lo que necesitarían es alguien con conocimientos del funcionamiento espiritual del ser humano, que le ayude a entender que «no está loco», primero de todo. Y después a canalizar y gobernar este tipo de episodios, para ponerlos en su verdadero lugar y dimensión y, dependiendo de lo que sea cerrar la puerta, aprender a filtrar o aprender a usar bien esa maravillosa herramienta para el bien común.

Muchas veces pueden ser simples crisis espirituales, por ejemplo la famosa “noche oscura del alma”, pero porque han estado intentando contenerlo demasiado tiempo explota con mucha fuerza. Otras son episodios claros de videncia de algún tipo, otros de recuerdos de otras vidas, otros de flashes de nuestro Ser Superior que nos intenta recordar quienes somos en realidad.

Aquí por ejemplo entraría el caso de los famosos niños “índigo” o “cristal”. Muchos de ellos hablan de cosas y hacen cosas muy sorprendentes. ¿Cómo reacciona habitualmente su entorno?

Yo no sé si soy “índigo”, “cristal” o “imbécil” y aunque tengo flashes, no tengo una continuidad de conciencia estable. Pero de verdad que aún ahora recuerdo como si fuese hoy mismo la cara que ponían mis padres de “qué cosas tiene este niño” o “ya está otra vez con sus fantasías”, cuando entre los 4 a 8 años, a veces hablaba de cosas que hacía “cuando era mayor”. Evidentemente, dejé de hablar de “cuando era mayor” y, además, “olvidé” las cosas que hacía “cuando era mayor”.

También recuerdo una de mis hijas, que cuando justo empezaba a gatear, veías que cogía unos enfados terribles, porque intentaba hacer cosas que aun su cuerpo no podía hacer, gestos y movimientos típicos de adulto. ¡Veías en su cara la desesperación de decirse internamente, pero si yo eso siempre lo he hecho, por qué ahora no puedo!!!

Seguro que muchos de los que leéis este artículo tenéis experiencias parecidas propias o de vuestros hijos.

Vamos a imaginarnos ahora una persona que “ve” clara y habitualmente, por ejemplo, a seres desencarnados (algún episodio en lugares muy cargados es muy frecuente en mucha gente, pero me refiero más a la persona que ve bastante habitualmente). No es una visión recomendable y es muy frecuente que a estas personas les ocurra lo siguiente:

  • Tienen miedo de lo que ven. Cosa lógica porque no saben lo que és y, además, estas entidades, suelen ser “problemáticas”, por no usar otra expresión peor, ya que precisamente están en los planos astrales atrapados porque no entienden o no quieren entender que están muertos y que tienen que ir hacia la Luz. Si no tienen claramente la intención de “vivir” a través de la energía de quien les ve. O incluso utilizarlo para sus propios fines, muchas veces retorcidos.

-No gobiernan el tema y eso ocurre a pesar de ellos. Como consecuencia, no identifican el límite entre “aquí” y “allá” y se les mezcla todo, con el consiguiente desconcierto y desestabilización de las estructuras de la personalidad.

-El entorno los cataloga de “locos”, con lo que ellos mismos acaban creyéndoselo, cosa también devastadora para su personalidad.

-Entran en medicación de antialucinatorios, pero que también deja su mente embotada. Es un camino sin salida, porque a la que la medicación afloja, lógicamente vuelven exactamente donde estaban y se reproducen los episodios.

-Alguien que conoce un poco el tema, en “este” lado o en el “otro”, los utiliza para sus propios fines, aunque a veces quizás los dos no sean conscientes de la utilización. Muchas veces, la persona se acerca a estos “guías” o “maestros”, otros videntes o como lo queramos llamar, intentando encontrar respuestas a las cosas que les pasan. Y algunos que realmente tienen visión, si les dan respuestas y les ayudan de verdad. Pero muchos solo los manipulan. Es el caso de las “brujas” de la edad media, buscando alguien que entienda sus experiencias, acababan en grupos satánicos. U hoy en día en muchas sectas.

-Videntes más entrenados y con cierto control del tema y que han sobrevivido a la infancia, “canalizan” entidades, pretendidamente “buenas”. Maestros ascendidos, Maestros famosos, extraterrestres, etc. Evidentemente que los hay que realmente es así, pero la mayoría, o son invenciones de su propio subconsciente, o están manipulados por algún “egregor” o entidad, que de “Maestro” no tiene nada. Ahora por Internet hay una infinidad de textos de este tipo. En realidad todos dicen casi lo mismo. ¿Vosotros creéis que un verdadero Maestro, o como lo queramos llamar, tiene tiempo para decirnos que nos pongamos el jersey de color rojo o azul ese día? ¿Vosotros creéis, con el esfuerzo que para ellos es descender hasta nuestros bajos planos, para decirnos: “sed buenos”? ¿O para decirnos que tenemos que coger ese trabajo o no?

Otra diferencia puede ser algo tan simple como el “Sentido de Justicia”. Los niños que vienen ahora son muy inteligentes y con una gran capacidad de analizar las cosas. Y no aceptan un “no por pelotas”. No aceptan que no les permitamos hacer cosas que nosotros nos permitimos. No toleran la injusticia ni la discriminación. Por eso en esta sociedad actual, donde el honrado y ético está considerado un “pringado, y se valora y admira el caradura y la cultura del pelotazo, también lo pasan muy mal. Porque su profundo sentido de la justicia les dice que algo no está bien, pero no saben muy bien el qué ni como resolverlo. Hasta que para no sufrir claudican y entran en el consumismo y la evasión como sea. Porque ese gusanillo interior les sigue diciendo que algo anda mal y no encuentran nadie que les ayude a entender y a solucionar lo que les pasa y sí encuentran muchos que les dicen como “evadirse” de eso.

En otros artículos de otras secciones desarrollaré más ampliamente muchas “diferencias”.

En definitiva, la “diferencia” genera un coste muy alto en términos de sufrimiento, angustia, desconcierto, etc. Pero bien conducido, puede llevar a altas cotas de satisfacción vital, pues somos quienes “Somos”, y solo podemos ser felices de verdad siendo Nosotros mismos.

Las respuestas están dentro de nosotros mismos, nadie externo nos las puede dar. Solo hay que aprender a escucharlas.

Hay personas externas que pueden mostrarnos partes del camino, enseñarnos herramientas para lidiar con ello. Incluso, en un momento dado, hacernos un trabajo energético que nos libere de bloqueos importantes. Pero solo nosotros podemos escoger aplicar o no ese conocimiento, mantener o no ese mayor estado de gracia. Nadie externo lo puede hacer por nosotros.

(Nota: en otro artículo futuro, de SER DIFERENTE – ENERGÍA, hablaré de la gente con poderes paranormales, pero lo pondré en la sección de Energía.).

Autor artículo: Josep Vergés Fecha: 13/01/2010

https://www.conscienciayenergia.org/ser-diferentes-consciencia/

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