Ying y Yang

Tendemos a pensar que nosotros somos nosotros, y la enfermedad es la enfermedad, como si fuera algo distinto a nosotros, pero en realidad es parte de nosotros. Demasiados años nos han contado que las enfermedades son unos bichitos que nos atacan. Si fuera así, ¿por qué no atacan por igual a todos?
Precisamente la dificultad de la solución del problema es que vivimos la enfermedad como ajena, como algo ajeno a exterminar.

Cuando entendemos que la enfermedad es parte de nosotros, que es un personaje más de nuestra personalidad o de nuestro «vehículo», cambia la perspectiva. Igual que en nosotros hay miles de millones de bacterias que forman parte de nuestro organismo, podemos trabajar nuestra enfermedad porque en realidad esas bacterias o virus están como consecuencia de lo que ya hemos manifestado, no la revés como tendemos a creer.

Es cierto que hay bacterias o virus en la zona, pero asociarlo la mayoría de veces es como que cuando hay fuego siempre vemos a los bomberos, pensar que ellos crean el fuego.

La realidad la cocreamos individualmente (realidad particular) dentro de lo colectivo (realidad general) y eso tiene mucho que ver con la manifestación y sanación de la enfermedad. (Ver artículo Consciencia, energía y Cosmogénesis)

Bomberos

Para trabajar la enfermedad, hay que ver en que área está localizado, por ejemplo el dolor, si es agudo y muy concentrado o suave, pero repartido, si es interior o superficial, si es fijo o se desplaza.
Y sobre todo, como sientes ese dolor: ¿Rechazo? ¿Miedo? ¿Intentas no sentirlo como sea?

El dolor siempre es un aviso de algo. Mucho más allá de las teorías médicas que a mí me dan igual, para mí es energía que no fluye correctamente. Me refiero a que allí hay un atasco energético.
Todos tenemos unos puntos típicos donde solemos acumular la energía que por lo que sea no somos capaces de procesar en un momento dado (disgustos, tensiones, enfados no expresados, etc.). Probablemente, esa zona que duele sea una de tus zonas habituales de “acumulación”. Y según la zona de acumulación tendremos como síntoma habitual anginas, bronquitis, diarrea, dolor de cabeza, etc. Y nos dirán que es genético.

Entonces, más allá de la causa, que también miraremos si encontramos alguna cosa, también es importante como te relacionas con eso en sí. Si estás viendo el tema como, por un lado, tú y por el otro la enfermedad, como unos bichos malos externos que te atacan y por eso duele, a eso se le llama dualidad.
Si dejas de verlo como algo distinto a ti, y lo integras como parte de lo que en este «vehículo» eres, el acercamiento es distinto. Es desde la trialidad, y allí tienes la capacidad de sanar por ti mismo, igual que sin saberlo enfermaste por ti mismo también, sin importar la “etiqueta” que se asocie con los síntomas que presentas.

Si ves eso como algo que está sucediendo en ti, y eres capaz de AMAR incluso eso que pasa en ti, da igual lo que sea y la etiqueta popular o médica que pueda tener, entonces eso deja de ser algo ajeno sobre lo que no tienes control y pasa a ser algo propio sobre lo que sí tienes control .

¿Te suena el OPNOPONO? Es aquello de: Lo siento, te amo, etc

Si eres capaz de amar y perdonar eso, sea lo que sea, estás sanado eso que antes por lo que sea no pudiste procesar y se estancó. No importa si sabes o no que es en concreto, en definitiva es energía igual, aunque encontrar la pista suele ayudar a liberarlo.

Aunque en este artículo no voy a entrar en cómo curarse, ya tengo otros para eso, si comentar lo siguiente.
Una forma de ayudar en ese proceso es poner la mano encima, sintiendo esa zona y amándola de corazón, aceptándola, no rechazándola, pero al mismo tiempo dejándola ir. Y si es necesario pidiéndole a esa energía de sufrimiento, que vaya a alguna parte del universo a hacer algo mejor, que tú ya no lo necesitas, qué gracias y tal.

Y muy importante, sobre todo si hay dolor, es observar mucho la respiración. Es vital durante ese proceso de observación y sanación activa que no se corte la respiración. Que «exhales» lo que ahí se está «cocinando». Dicho a lo bruto es como que el tubo de escape suelte el «humo» sin problemas. Ver artículo sanar los puntos que duelen.

Volviendo al tema de las bacterias y virus. Cuando el «vehículo» necesita “procesar” esas cosas pendientes que tenemos acumuladas, suele activar algún proceso que popularmente se llama enfermedad, en forma de fiebre, hinchazón, dolor, etc. y se puede conocer como resfriado, tos, diarreas, fiebre, etc. No suelen ser muy fuertes, y con ese proceso el «vehículo» puede procesar eso pendiente que en su momento no pudo.
Si dejamos que el proceso fluya, sin bloquearlo, colaborando, tomando alimentos suaves para descargar la digestión, descansando, evitando estrés, dándonos cariño y dándole cariño a la zona afectada, etc., el proceso se resolverá solo en unos días, y saldremos fortalecidos y más limpios de ese proceso. Es típico que los niños crezcan en ese proceso, otra prueba de que el tema no es de bichos. Y los adultos, aunque sorprenda, también podemos crecer, aunque no sea en altura.

Si, en cambio, tomamos de todo para cortar la fiebre, antibióticos que consumen defensas al expulsarlos, etc, bloqueamos ese proceso natural. Como el «vehículo» necesita ese ciclo de limpieza periódicamente, la siguiente vez recurrirá a una “enfermedad” más potente, como la gripe o cualquier otra más larga y fuerte. Y si con esa enfermedad también bloqueamos el proceso, entonces tendremos una pulmonía, y así subiendo la escala, hasta que literalmente explotamos de alguna manera grave que puede que incluso nos mate.

El miedo a la muerte suele atraparnos, y toma el control en lugar de la confianza absoluta en la recuperación. Y en última instancia es ser conscientes que lo máximo que puede pasarnos es que el «avatar»vehículo» muera, pero el Ser no muere, por tanto tampoco es ningún problema en realidad.

Lo típico de los miedos respecto a la muerte es que como nos da miedo, intentamos no pensar en ello cuando nos vienen esos pensamientos. Es decir, ponemos mucha energía en «no pensar» en eso, pero como todo lo negado surge con más fuerza, pues acaba dominando el subconsciente.

La manera es precisamente todo lo contrario.

Vale, tengo miedo de que me ocurra eso. Y entonces preguntarnos, ¿si me pasa eso, que es lo máximo que me puede pasar? ¿Y eso es tan grave? Con eso le quitas poder sobre ti a ese miedo

Es dejar de luchar contra esa posibilidad, llevándola a la máxima caricatura posible, para ver que en realidad no es tan grave

Esa seria la línea de autobservación y liberación de los miedos. Todos en general. El de la muerte es muy típico. Pero cuando «sabes» que la muerte no existe, deja de limitarte, o al menos no lo hace tanto.
Una vez te has liberado de ese miedo, el proceso de curación empieza. No es pensar “me curaré”, pues siempre sería futuro. Es Sentir profundamente que todo está bien, y que el proceso se resolverá de una forma armónica, saludable y positiva en unos días. De ahí viene la muy malinterpretada palabra FE.

La decisión la debe tomar cada uno. Sigue a su Ser en el proceso de curación, o renuncia a su poder personal y lo entrega a otros.

Podéis ampliar vuestra perspectiva sobre con trabajar la enfermedad en los artículos indicados al final.

Autor: Josep Vergés Fecha: 31/5/2015

Para ampliar temario:

«Como acercarse a los puntos que duelen y a los miedos”

«Automasaje interno»

Farmacéuticas y «Clase Médica»

Karma, energía y Continuidad de Consciencia

Karma y creaciones mentales

Vértigos, mareos, enfermedades y Consciencia

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