Es muy conocido el problema de la erosión y de la contaminación. El problema del agotamiento de la tierra es poco conocido, a pesar de que actualmente está afectando a casi toda la humanidad.
La tierra cultivable está dejando de ser cultivable por agotamiento.
¿Qué significa eso?
La tierra cultivable cada vez tiene menor contenido de minerales y oligoelementos, eso se traduce en que los alimentos producidos por esas tierras también tienen esa carencia. Esa carencia, al final, también repercute en los animales (de granja o domésticos) y, como último eslabón de la cadena alimenticia, acaba perjudicando al ser humano.
Eso crea problemas de desnutrición, a pesar de comer mucho, pues es como si al coche le vamos echando solo gasolina, pero no aceite. Llega un momento que el motor se estropea por falta de aceite.
¿Qué causa esta situación?
Es muy sencillo de entender. Si a un depósito le vamos sacando agua, pero no la reponemos, por enorme que sea, un día se agotara, ¿no?
Eso literalmente es lo que estamos haciendo con la tierra con la agricultura intensiva y desvinculada del consumidor.
Cada cosecha extraemos unos minerales de esa tierra, que van a una ciudad y de allí a un basurero, en el caso de los restos de alimentos, o a la depuradora en el caso de las heces humanas. Aunque un pequeño parte pueda volver en forma de abonos, el balance es siempre negativo.
La planta, sea del tipo que sea, básicamente, está compuesta de moléculas de C (carbono), O2 (oxígeno) y H (hidrógeno). Esos elementos, la planta los extrae del aire (CO2) y del agua (H2O), por eso una planta puede ser muchísimo más grande que la maceta donde está, pues la mayor parte de su cuerpo no está hecho de la tierra, sino del aire y del agua.
Además, también necesita cantidades importantes de N2 (nitrógeno), que son, junto con C, O y H, la base de las proteínas. Pero ese N2 también algunas plantas, gracias a bacterias asociadas, pueden fijarlo del nitrógeno del aire.
También es importante el Potasio (K) y el Fósforo (P), y la mayoría de fertilizantes llevan mezclas de estos tres elementos.
También son importantes elementos como magnesio(Mg), cobre (Cu), manganeso (Mn), boro (B), hierro (Fe), Zinc (Zn), azufre (S) y calcio (Ca). A estos se les da mucha menos importancia y muchos agricultores no saben ni que existen y, por tanto, no se preocupan de ello. Aquí ya empieza el problema.
También tiene que haber trazas de otros elementos, que solo se necesitan cantidades ínfimas, pero tiene que estar. Y a estos incluso una buena parte de la ciencia no les da la menor importancia, por tanto, aún menos gente se preocupa de ello todavía.
Entonces, cada cosecha sacamos un poco de la superficie que cultivamos. Y un poco más, un poco más, un poco más, un poco más… Uufff que cansancio, ¿no? Eso es lo que ocurre literalmente. Aunque por ósmosis o capilaridad pueda subir material de las capas inferiores, se acaba agotando. Y esa tierra cada vez es menos apta para la agricultura y cada vez se volverá menos productiva, a pesar de tener agua, abonos y pesticidas.
La conclusión es que cada vez los alimentos, aunque dan calorías (obsesión de mucha gente), dan menos otros elementos absolutamente vitales, aunque poco relevantes a nivel de cantidad. Además, el lugar del organismo con carencias de ese elemento puede ser más vulnerable a elementos tóxicos, que cada vez ingerimos más, que pueden ocupar su lugar químicamente.
Esto está creando un cóctel que está multiplicando las enfermedades de forma exponencial.
¿Y qué solución podemos dar a este problema?
Tenemos que pensar en términos de ciclo ecológico completo.
Si observamos un espacio natural no alterado, vemos que toda la materia vegetal (hojas, plantas, etc) que ha producido un espacio, es devuelto totalmente a ese mismo espacio.
Si entran animales, puede que coman una parte, pero eso tiende a volver en forma de heces o de restos del propio animal. Por lo que aun con un poco de desplazamiento, que incluso contribuye a la redistribución y equilibrado de zonas, el balance vuelve a ser neutro.
Pero si esos animales (ganado) o vegetales (alimentos) nos los llevamos sistemáticamente para venderlos lejos, ya no estamos cerrando el círculo. Es una condena de muerte a largo plazo.
Por lo tanto, es imperativo buscar maneras de alimentarnos de forma que se cierre ese ciclo. Primero con alimentos sanos, sin química tóxica => alimentos ecológicos o bien podríamos decir normales, porque no deberían ser llamados de ninguna manera especiales si lo normal fuera “lo normal” y no lo consideráramos como algo “especial”. Pero, además, todo resto de ese PROCESO de alguna manera tiene que volver a la tierra. Incluso los restos que nosotros expulsamos (heces). Si no, el proceso está condenado al agotamiento.
¿Cuáles son esas maneras?
La respuesta a esta pregunta da para muchos artículos, pero básicamente se trata de volver a la proximidad en la alimentación.
No tiene sentido comer manzanas que vienen de la otra parte del mundo y eso sin entrar en el tema del transporte.
Volver a recuperar la horticultura integrada en los pueblos y ciudades. Incluso hasta el punto que se llama Huerto Urbano puede ayudar.
Repensar todo el tema de la agricultura, con esta perspectiva, teniendo en cuanta que el agricultor pueda vivir dignamente y que este sea próximo a nosotros.
Podría poner miles de referencias, pero no lo haré, pues en Internet hay miles de artículos del tema que podéis buscar.
De todas formas, por si queréis leer algo al respecto, os pongo el link del libro “EL HUERTO FAMILIAR ECOLÓGICO” de Mariano Bueno, pionero en estos temas y buen amigo.
Como ejemplo, en Vancouver (Canadá) el 44% de la población tiene cultivos en su casa, en jardines o huertos cercanos.
Autor artículo: Josep Vergés Fecha: 26/2/2010
https://www.conscienciayenergia.org/el-agotamiento-de-la-agricultura/